En la Argentina, en el contexto de transición energética hacia alternativas limpias y renovables, beneficiosa no solo para el medioambiente sino para la economía y la generación de empleo, Bahía Blanca juega un papel clave. Región estratégica para el desarrollo de energía eólica, sus condiciones son francamente inmejorables gracias a la calidad de sus vientos, la cercanía al puerto, la conectividad, por mencionar tan solo algunos factores destacables. Nótese, de hecho, que de los 1176 MW de potencia eólica instalada en la Provincia de Buenos Aires, aproximadamente el 20% le corresponde a Bahía Blanca, lo que convierte a este partido en un nodo decididamente valioso, asimismo centro tecnológico que promueve la innovación y los recursos humanos calificados.
Fotografía gentileza de GSE
“En la actualidad, Bahía Blanca y su zona de influencia cuentan con una decena de parques eólicos y un potencial de gran desarrollo”, ofrece Claudio Domínguez, coordinador de GSE (Gestión y Servicios Eólicos), empresa -con base operativa en la zona- que certifica trabajadores de parques eólicos con aval de Global Wind Organisation, inspecciona elementos de seguridad, provee de equipamiento específico de protección, entre otras cuestiones. Los motivos, prosigue este especialista, son diversos, siendo su principal atractivo -desde luego- el viento.
“Según estudios de la Universidad Nacional del Sur (UNS), la más importante de la región, la velocidad del viento a 80 metros de altura está entre 8 y 10 m/s con regularidad de flujos de aire provenientes del sistema de alta presión, lo que da factores de capacidad -energía media anual que un parque eólico puede producir- del orden del 35% al 45%. Esto se considera excelente, teniendo en cuenta que a nivel mundial son aceptables factores mayores a 20%”, marca Domínguez para Noticias CEA.
El puerto, la conectividad y el capital humano, combinación ideal
Apenas la punta del iceberg, visto y considerando que, además, el Puerto de Bahía Blanca -el de aguas profundas más importante del país- habilita el acceso a todo el equipamiento eólico importado de grandes dimensiones, como palas y góndolas, y se complementa con una Zona Franca que dispone de depósitos adecuados para el almacenamiento. Señala Domínguez que, de este modo, la distancia entre el puerto y los lugares donde se montan los aerogeneradores es acotada. Y subraya también que “los traslados por rutas y caminos se realizan con dispositivos de tránsito especiales que suponen una gran organización público-privada, y Bahía Blanca ya cuenta con cinco años de experiencia ejercitándolos”.
“La conectividad eléctrica es -en efecto- otro de los atractivos de la ciudad, ya que cuenta con líneas de alta tensión y estaciones transformadoras apropiadas para la evacuación de la energía generada”- comenta Claudio Dominguez, coordinador de GSE.
Por otra parte, remarca el coordinador de GSE, conocedor del paño, que si bien hoy en día se esperan medidas de infraestructura que amplíen la capacidad del área, “la conectividad eléctrica es -en efecto- otro de los atractivos de la ciudad, ya que cuenta con líneas de alta tensión y estaciones transformadoras apropiadas para la evacuación de la energía generada”. De igual manera, otro punto fuerte que amerita especial mención refiere a los recursos humanos: “Hasta 2017, Bahía Blanca tenía escasas ofertas de capacitación en energías renovables, pero actualmente las dos universidades nacionales presentes en la zona, la mentada Universidad Nacional del Sur y la Universidad Tecnológica Nacional, además de la Universidad Provincial del Sudoeste y entidades como nuestro centro de capacitación, ya se encuentran preparadas para aportar a la región el recurso humano calificado que se requiere en un proceso productivo de esta naturaleza”.
Como si fuera poco, hay otro aspecto ciertamente beneficioso a destacar de la región: el mismo espacio. Según Claudio Domínguez, “la disponibilidad de suelos de grandes dimensiones, con y sin producción agropecuaria, se presenta como un factor de potencialidad relevante para el análisis de futuras inversiones que conviertan al sudoeste de la Provincia de Buenos Aires en uno de los principales nodos eólicos de la Argentina”.
Frente a tan auspicioso escenario, siendo Bahía Blanca un lugar de vital relevancia en la generación, la distribución y el consumo de energía eólica, cabe preguntarse cuáles son las perspectivas a futuro y los principales desafíos para la zona. “Las expectativas tienen que ver con el desarrollo de inversiones; en primer lugar, de redes eléctricas capaces de transportar la energía eólica generada”, puntualiza Domínguez. Así prosigue: “Esta infraestructura hoy se encuentra paralizada y es en parte responsable del impedimento de un desarrollo más acelerado de la industria eólica local. Sin embargo, a pesar de estas y otras dificultades (que surgen del difícil momento que atraviesa Argentina y el mundo tras la pandemia de COVID-19 y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania), en el último año ha habido importantes anuncios que despiertan expectación respecto a la creación de empleo y desarrollo”.
Uno de esos anuncios, continúa Domínguez, “es la producción de hidrógeno verde con energía eólica en zonas cercanas a la ciudad. Otro es la ampliación de parques eólicos en los que participan importantes empresas como Pampa Energía y Vestas. Compañías que ya están instaladas en la región y constituyen una realidad laboral para trabajadores y contratistas de empresas como AES, Petroquímica Comodoro Rivadavia, Nordex, Envision Energy, Central Puerto y nuestro propio centro Gestión y Servicios Eólicos (GSE)”.
“A futuro, el mayor desafío es estar a la altura de la demanda de energías renovables que va requerir el mercado eléctrico en los próximos años y acelerar el proceso productivo de Bahía Blanca en tanto nodo eólico con la infraestructura y los recursos para la transición energética que se espera en el mediano y largo plazo”, concluye Claudio Domínguez para Noticias CEA.
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